Indigencia, derechos humanos y Covid_19

Gabriela M
5 min readMay 6, 2020

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El estilo de vida que conocíamos se nos esfumo de la noche a la mañana, un día nos levantamos y el mundo ya no era como lo conocíamos, nos despertamos ante un enemigo invisible que determinadamente nos está obligando a plantearnos un cambio tanto como sociedad, como en la forma de desarrollarnos como seres humanos.

El interminable confinamiento al cual estamos sometidos no hace más que brindarnos una invitación hacia la profunda reflexión sobre aquella predica diaria de “amate a ti mismo”, la cual a medida que se extiende el encierro, vamos entendiendo que esta solo nos ha funcionado para inflar nuestra codiciosa percepción de la auto valoración sin brindarle mucho apoyo a nuestra frágil autoestima; de una u otra forma, el estar a solas con nosotros mismos nos ha hecho caer en cuenta de que se nos olvidó por completo esa famosa frase que decía “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Pero dejemos a un lado la parte religiosa y vamos a mirar las cosas desde lo estrictamente básico; los habitantes de la calle (obviando por un instante todos los demonios internos que les acompañan), ellos(as) son tan humanos como nuestro mejor amigo de toda la vida y tan vulnerables como nuestros abuelos; la suciedad, los vicios y los posibles delitos cometidos no son una capa protectora a un virus que se transmite a través del contacto; y aunque muy probablemente nadie los extrañe al momento de fallecer, nos podemos usar esto como excusa para no tomar cartas en el asunto, pues a pesar de todo, si algo nos está enseñando esta pandemia, es que la supervivencia no es como creíamos, este virus nos está dando una muy buena lección de que la única forma de subsistir como especie, es cuidando a nuestros semejantes, y esto también incluye a aquellos que nonos generan ningún agrado.

Vayamos un poco más profundo, a todos los seres humanos nos queda claro que la batalla contra el COVID_19 (hasta el momento) es la prevención del virus, y para ello, se requiere el mayor de los cuidados entre todos los ciudadanos de cada país; lavarse constantemente las manos, mantener el distanciamiento social, respetar la cuarentena preventiva son algunos de los métodos que se conocen para prevenir el mortal contagio; pero miremos el tema desde un nivel más hipocondriaco; si rozamos accidentalmente y sin percatarnos el cesto de basura de la calle (el cual es un foco de abastecimiento de los indigentes) ya tenemos cierto porcentaje de probabilidad de ser vulnerables al contagio; por otro lado se encuentra el sucio dinero, no pasemos desapercibido el hecho de que muchos de estos habitantes recolectan monedas o billetes con los cuales pagan por dulces o cigarrillos en las tiendas, dinero que en su cadena evolutiva a la final regresa a nosotros en forma de cambio al momento de hacer la compra de suplementos y comida.

En cualquier parte del mundo los indigentes día tras día reciben las constantes miradas de los transeúntes, las cuales en su mayoría solo expresan el pensamiento constante de que esta población es la bacteria mundial que necesita ser erradicada; pero a pesar de la apariencia que puedan tener, y el distintivo aroma que los identifica a kilómetros, estas personas son seres humanos y al igual que todos nosotros, ellos(as) también tienen derecho a la vida; por ende, estas personas no deberían ser excluidas al momento de tomar medidas preventivas contra el COVID_19, y si a fin de cuentas ciertamente la solución no es crear una campaña para entregarles alcohol y antibacterial (elementos que por falta de educación pueden terminar siendo mal utilizados), no estaría demás hacer al menos el intento de brindarles información (la cual es gratis) sobre que pueden hacer para evitar el posible contagio

Si una sociedad libre no puede ayudar a sus muchos pobres, tampoco podrá salvar a sus pocos ricos. — John Fitzgerald Kennedy

Si bien es cierto que esta población no cuenta de una buena salud, y mucho menos utilizan sus muy escasos recursos para invertir en la misma; esto no significa que toda persona que se encuentre en indigencia este rezando para que llegue un virus que se los lleve en un viaje directo a la otra vida; después de todo, es un derecho universal que “Toda persona tenga derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud …” y ya que estamos en modo humanitario para lograr superar esta calamidad mundial, nada nos cuesta aportar nuestro granito de arena y expandir el área de cuidados preventivos un poco más allá de lo que tenemos frente a nuestros ojos

El dilema no se encuentra en cómo ayudar a un sector vulnerable a prevenir el contagio, sino en el cuestionamiento de ¿en que momento nos convertimos en una sociedad tan exclusiva que aquello que nos representa desagrado debe ser masacrado?; y aunque no nos guste la idea, los habitantes de calle siguen formando parte del conjunto de personas que se relacionan entre sí que nos define como una sociedad

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, y esto permite que cada quien fabrique su propio juicio sobre este sector de la población y cual debería ser su destino; tanto aquellos que piensan que no cae mal reducir la situación de indigencia, como aquellos que alcancen a pensar en estas personas como seres humanos sintientes y decidan incluirlos en sus proyectos de #DonaDesdeCasa; sea cual sea la posición, a final de cuentas el objetivo de todos en este momento es construir una especie de Arca de Noe en nuestras casas y cuidar del otro para superar esta peste, es por ello que al pensar en TODOS también deberíamos incluir a aquellos que no tienen voz y que necesitan la salud del mismo modo que la necesitamos nosotros.

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