Reflexiones sobre la inversión emocional en nuestras relaciones

Gabriela M
2 min readApr 11, 2024

En medio de mi proceso de autorreflexión y auto-mejora, he estado considerando la diferencia entre aquellas cosas que me molestan y que representan áreas de mejora personal, y aquellas que son simplemente atribuidas a la otra persona siendo poco considerada. Durante este proceso, me di cuenta de algo intrigante: ¿has notado que decides cuánta energía y esfuerzo dedicar a otra persona en el momento en que la conoces?

Para ilustrar este punto, consideremos un ejemplo extremo: tu archienemigo que eventualmente se convierte en el amor de tu vida. Desde el momento en que categorizaste a esa persona en tu mente, en este caso como enemigo, consciente o inconscientemente decidiste cuánta energía invertir en ella. Cuando menciono “energía”, me refiero a cuántas veces al día o a la semana piensas en esa persona, cómo sus acciones influencian tus decisiones, como decidir si asistir o no a un evento porque esa persona estará presente. En contraste, si es alguien que te agrada, podrías ajustar tu mundo para complacerle.

Desde mi perspectiva, este flujo de energía rara vez cambia. Si alguien te medio agradaba antes de una relación romántica, es probable que, una vez que pase la etapa inicial del enamoramiento, vuelvas a dedicarle la misma cantidad de energía que al principio (una energía a medias); quizás por ello es que cuando un(a) ex sale de nuestras vidas, algo que duro unos pocos días tarda varios meses en sanar, siendo o no conscientes decidimos poner nuestra ciega confianza en alguien que no nos brindaba reciprocidad.

El proceso de sanar no está en olvidar, perdonar y seguir adelante, al igual que cualquier herida, el verdadero proceso de sanación se encuentra en ser consciente de que tu yo de ahora no merece exponerse a la posibilidad de volver a pasar por una experiencia con la misma persona si esa persona no ha trabajado en mejorar su forma de amar; nos gusta mucho decir “somos así” y sabemos que el cambio que nos puede dar relaciones más fructíferas es un viacrucis lleno de espinas que preferimos evitar. Creo que en resumen, podría decirse que no hay amor más grande que el que puedes tener hacia ti mismo al sentir todas esas emociones juntas y aún así decidir que no vas a exponerte nuevamente a ser lastimado(a) por alguien que ni siquiera sabe de qué manera le hace daño a otros y a sí mismo.

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Gabriela M

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