Sin Contrato y Sin Compromiso: Lo Que Nos Está Costando el ‘Dejar Fluir’

Gabriela M
3 min readNov 12, 2024

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Creo que ya lo mencioné antes en otro post: hay sexo gratis, pero nadie parece querer pagar el precio. Ahora, entre más veo las redes sociales y las tendencias, más noto que como sociedad estamos apenas dándonos cuenta del verdadero costo de las relaciones casuales.

Nunca he estado de acuerdo con las relaciones de una noche, con el sexo casual sin compromiso. Y es que algo en mí siempre ha dicho que cualquier cosa sin acuerdos claros solo trae complicaciones. Por ejemplo, imagina que estás en un proceso de selección para el trabajo de tus sueños, en una empresa de renombre como Google o Netflix. La entrevista va genial, el trabajo es justo lo que quieres. Entonces, en la última etapa, te dicen que el puesto es tuyo… pero no mencionan un contrato, un salario, ni horario. Te dejan claro solo lo que “debes hacer”. ¿Aceptarías ese tipo de relación laboral? No creo. Y sin embargo, eso es lo que pasa en las relaciones personales hoy en día.

Alrededor de 2014, cuando Tinder era una novedad, no era raro conocer a alguien que encontró a su pareja ahí. Pero las opciones empezaron a multiplicarse y, de repente, esa persona que “idealizabas” ya no era tan única. Entonces, empezamos a aceptar citas con personas que no nos convencían mucho, pero que parecían darlo todo por nosotros. Nos metimos en relaciones sin compromiso formal pero con funciones afectivas como si fuera un noviazgo. Parecía una gran fiesta: teníamos la compañía de alguien sin el estrés de tener que definirlo todo o presentarlo en casa. ¡Parecía gratis!

Pero entonces, hace un par de años, volvieron las reuniones y los eventos en persona, y con ellos, el cansancio. Nos dimos cuenta de que queríamos algo más que alguien que nos acompañara ocasionalmente; queríamos alguien que conectara con nosotros, que nos eligiera y no solo porque le resultábamos convenientes en un momento dado. Queríamos ser prioridad, no una opción hasta que llegara alguien “mejor”. Pero ahí estaba el pequeño gran problema: la fiesta de la casualidad nos dejó agotados, con miedo a volver a conectar, y con cicatrices que recordaban cada relación que se quedó en la nada.

Ahora queremos compromiso desde el primer “hola”, algo así como una promesa tácita de que la otra persona no va a escapar cuando se canse de intentar. Queremos saber que, mientras esa persona nos conoce, no estamos solo a un saludo casual de ser reemplazados por la próxima opción. Queremos seguridad, convicción y, en cierto modo, estabilidad emocional, pero no es tan fácil. Nos agotamos en esa fiesta de relaciones libres de compromiso y ahora estamos tratando de reconciliar esa etapa con el deseo de algo más.

Quizás antes soñábamos con la utopía de Disney, pero en la sociedad actual eso ya es casi como buscar la caja de Pandora. Todos tenemos miedo, y la única forma de volver a confiar es lanzarnos a lo desconocido. ¿Estás listo para intentarlo, querido lector? Porque, aunque cueste, nuestra única opción para encontrar la conexión real es dejar atrás la fiesta sin límites y sin reglas. Al final, esto del “50–50” en relaciones no nació solo de gente cautelosa; es un intento desesperado de protegernos después de tanto invertir en lo que no duraba más de una noche o un mes.

Así que aquí estamos, intentando rescribir las reglas del amor. Hombres y mujeres ya no están dispuestos a ser solo una billetera andante o un tiempo de espera sin valor real. Nos estamos dando cuenta de que lo que realmente anhelamos es precisamente aquello que evitamos en la fiesta de lo casual. Poco a poco, vamos dándonos cuenta de que lo que tanto deseamos ahora es esa relación seria, con compromiso y responsabilidad.

Disfrutemos la soledad en lo que llega alguien que quiera construir de verdad. Porque al final, esa fiesta sin compromisos fue divertida… hasta que dejó de serlo.

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